Donde ponés tu dinero, ¿está tu atención?

El dinero es una manifestación clara y tangible de nuestras prioridades, deseos y miedos. Según la teoría económica, todos los seres humanos somos individuos racionales que decidimos nuestro consumo en base a un comportamiento racional. Por lo tanto, decidimos qué consumir hoy haciendo una rápida comparación entre ese consumo hoy y un posible consumo futuro. Si el consumo de hoy creemos que nos traerá mayor utilidad (placer), concluimos que el costo de oportunidad de consumir mañana es mayor a consumir hoy por lo que terminamos consumiendo X hoy. ¿Realmente hacemos un análisis de costo de oportunidad cuando decidimos comprar algo? ¿Te sentís identificado con eso? Considero que la manera en que manejamos el dinero es bastante más compleja y se relaciona con emociones que a lo largo de nuestra vida hemos ido identificando respecto a él. Por si te mareé usando el concepto de costo de oportunidad, esto no es más que el valor de otros bienes o servicios futuros a los que se está renunciando para obtener otro bien o servicio hoy.


Volviendo al tema de este artículo sobre dinero y prioridades, a partir de nuestra psicología monetaria, podemos afirmar que el mundo se divide en dos tipos de personas. Están quienes tienen miedo a gastar, tacaños, mejor conocidos en nuestra cultura como ratas, agarrados, codito, mano de guagua y una larga lista de etcéteras. Y quienes no pueden controlar sus gastos, compradores compulsivos, despilfarradores, derrochadores o malgastadores. Identificarnos en uno u otro grupo requiere autoconocimiento y es importante remarcar que ni el nivel de ingresos ni el nivel educativo se relacionan con uno u otro grupo.

 
Las personas tacañas son precavidas, siempre tienen en mente guardar por si mañana falta. Tienden a ahorrar la mayor parte de sus ingresos, evitando gastos innecesarios y buscando siempre ofertas y descuentos. Para ellas, el dinero es sinónimo de seguridad, y su atención se centra en proteger sus recursos contra posibles adversidades futuras. Pueden privarse de satisfacer necesidades que para algunos son básicas con tal de guardar dinero. E incluso no permitirse experiencias que podrían ser enriquecedoras. El ahorro está en su lista de prioridades, es casi más importante que generar ingresos. Esta preocupación puede llevar a una vida frugal, donde cada gasto se evalúa meticulosamente. El miedo a gastar también puede ser una forma de control. Restringiendo sus gastos, los tacaños sienten que están tomando decisiones conscientes y responsables sobre su futuro financiero. Sin embargo, esta precaución extrema puede llegar a ser paralizante, impidiéndoles disfrutar de las recompensas de su trabajo y de la vida en general. El miedo a quedarse sin dinero les impide disfrutar plenamente del presente, ya que están constantemente preocupados por el futuro. Pueden pasar un hot sale sin comprar nada, ni siquiera cosas que realmente necesitan. Analizan productos y comparan precios sin cesar hasta decidirse por una compra. Tienen un elevado autocontrol y claridad en que es mejor tener ahorros que productos que no necesitan. Podemos decir que su prioridad es la precaución.

 
En el otro extremo encontramos a las personas despilfarradoras, quienes viven para comprar. Caen en cuanta recomendación les aparece en las redes sociales. Son amantes de las cuotas sin interés porque es como si alguien más pagase esas cuentas. Los despilfarradores a menudo subestiman el impacto en el largo plazo de sus decisiones financieras. Que les lleguen paquetes con cosas nuevas les produce alegría. La publicidad y el consumo actual también juegan un papel crucial, alentando una mentalidad de «comprá ahora, pagá después» que puede llevarlos a contraer deudas y presentar dificultades financieras. A veces piensan en qué se les ha ido todo su sueldo, pero enseguida vuelven a tentarse con una nueva compra y se les pasa esa preocupación inicial. Esta falta de control puede llevar a un ciclo de deudas, donde utilizan el crédito para financiar un estilo de vida que no se puede sostener con sus ingresos regulares. No pueden contener su impulso a gastar y ahorrar queda en el último escalón de prioridades. Su atención está en el presente, disfrutando de lo que el dinero puede comprar en el aquí y ahora. Suelen pagar sus vacaciones en cuotas porque no consiguen guardar dinero de manera anticipada. Su prioridad es el placer inmediato.

 
Te invito a revisar dónde se está dirigiendo tu dinero y sincerarte con tus prioridades a partir de esa información. Nuestras decisiones financieras reflejan nuestros valores y también preocupaciones. Nunca es tarde para cambiar y priorizar eso que realmente te interesa. Si sos de esas personas que cuando llega fin de mes no sabe a dónde fue a parar tu sueldo, es momento de tomar el control y decidir. Ya lo sé, a veces no saber es la mejor anestesia para no enfrentar situaciones que nos generan malestar. Por eso te quiero preguntar: ¿Tu dinero está realmente dirigiéndose a tus prioridades? De aquí deriva la importancia de conocer donde gastamos nuestro dinero.


Sí claro, eso funciona para el que sabe en qué gasta. Si ese no es tu caso, empezá chiquito, para hacer grandes conquistas. Registrá tus gastos durante 7 días. ¿Demasiado tiempo? Okay, entonces hacelo durante 3, tiene que incluir el fin de semana. ¿Por qué? Porque es el momento donde generalmente se apodera de nosotros el “me lo merezco”. No hay atajos para construir riqueza, comenzá por una visión clara de tu situación actual.


Y si en cambio pertenecés al grupo de personas que continuamente necesita evaluar cada gasto, recordá que el dinero es tan solo un medio para construir la vida que soñamos. Por lo que podés comenzar a separar dinero mensualmente para gastar en algo que te guste mucho, dinero que no analizarás demasiado si fue bien usado o no. No te conozco, pero puedo percibir que si pertenecés a este grupo, como yo, tu aprendizaje pasa por animarte a gastar sabiendo que de todas maneras el ahorro siempre será tu prioridad. Está muy bien ir midiendo la inflación de estilo de vida y también está bien darte gustos y planificar tus finanzas conforme a lo que te hace feliz, dejando de lado la preocupación constante ante cualquier tipo de gasto.

 
Para una salud financiera y emocional óptima, encontrar el equilibrio es clave. Ya sea que te identifiques más con el perfil de alguien que teme gastar o con alguien que no puede controlar sus gastos, es crucial encontrar un balance que te permita vivir una vida plena y financieramente estable. Así podrás dejar atrás al dinero como una fuente de ansiedad o arrepentimiento y asegurarte de que trabaje para vos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *